VOLVER A ESE LUGAR
AMÉRICA 3 - HUILA 1
VOLVER A ESE LUGAR
El equipo que unas semanas atrás parecía muerto encarnó aquel dicho popular de la escoba nueva. Aunque le costó encontrar el balón, cuando lo halló lo empleó de forma adecuada y los jugadores multiplicaban los esfuerzos que parían una actitud ejemplar. Martínez Borja peleó con argumentos de caporal un balón a tierra que luego de mediar un saque de banda, un espolonazo, un centro abominablemente preciso y un cabezazo corto de Silva… Sí, Silva, el esquivo gol volvió a pasear en el gargüero de los americanos incansables e impacientes. Gol. ¡Gol Virgencita del Carmen!
El gol tuvo un efecto lisérgico en el equipo que mermó la intensidad, el rival se acomodó y la claridad quedó envuelta en las redes del arco sur. Los 15 minutos esplendorosos del inicio se opacaron y quedaron sembrados en un lamento cuando un jovencito sacó un zurdazo que nadie pudo detener. Gol del Huila. Un mazazo, sin duda.
El primer tiempo contaba sus últimos segundos cuando Vélez, que hasta ese entonces solo había pasado la mitad del campo para ir a abrazar a Silva en el gol, templó un centro al área que encontró el cuarzo de las piernas de Martínez Borja. Se acomodó, protegió el balón, extendió sus aspas y trazó con su tronco un giro de compás que provocó otro rugido infernal de gol. ¡Golazo! El negro corría desaforado. Da Silva celebraba como si él lo hubiera anotado. Los suplentes olvidaron ese rol y se abrazaron como titulares. El gol parecía inmortal y la tribuna, la tribuna se quería caer. ¡Golazo!
El segundo tiempo trajo consigo el nerviosismo propio de este presente angustiante. El equipo manejaba el juego y el entrenador movía el banco relevando las piezas agrietadas. Otro golcito por favor. Otro golcito por favor muchachos. El rival apenas se asomaba a nuestra área pero lo suficiente para cargar de nervios la tarde. A decir verdad el juego nunca estuvo en riesgo en la cancha pero el corazón de los que alentamos no entiende eso y sabía que el asunto no estaba resuelto, que faltaba una alegría más… Y llegó... Botinelli cerca del punto penal desvió a la red una cadena de aciertos que encontró sentido cuando corrió a abrazar a Angulo, replicando la paz que solo los americanos entendemos cuando encontramos el regazo de otro ser igual o más enfermo por este color. ¡Ganamos!
Mientras escucha orgulloso que una vez más el sentimiento de ser escarlata lo hace delirar y que se va a caer la popular; el corazón camina lentamente hacia ese lugar recóndito donde no hay temores ni espantos disfrazados de números. Ese lugar donde siempre hay esperanza y motivos para brindar. Ese lugar donde hay amigos, todos rojos. Ese lugar donde se celebra una victoria para volver allí donde somos felices los americanos de siempre. ¡Vamos!
Saludos y gracias por leer estas líneas
MAURICIO BERMÚDEZ / @MBER226
#EscritoConElAlma