UNA NOCHE DIÁFANA Y SERENA. . .
ORSOMARSO 1 -- AMÉRICA 5
UNA NOCHE DIÁFANA Y SERENA. . .
"Amar esta camiseta es el acto más puro que existe"
El equipo regresó a la villa donde se tallaron algunos detalles perfectos del descenso. Palmira, siempre cordial, recibió al pueblo vestido de rojo, a los de siempre y a uno que otro morboso que en el fondo cargaba la razón principal de alentar al equipo, del que podrá renegar siempre, pero jamás abandonar.
Como una exhalación, antes de 20 segundos, Ferreira prolongó hacia Rivelino un balón recuperado a pura presión. Pateó con zurda. El balón entró. Se sintió esa descarga paranoica. ¡Gol hp! ¡Sáquelo! ¡Hay que saltar! ¡Hay que saltar! El equipo dejó la pereza de la jornada anterior, se comprometió a tocar el balón y sudar la camiseta, se entregó al lenguaje del fútbol y los güeeeevos. Feiver pateó un penal que no existió acariciando de nuevo el gol y el rojo empezaba a pavonearse por la cancha con orden, presión y mucha entrega. Qué linda noche esta, diáfana y serena.
Ferreira, que cada día que pasa va a jugar mejor, asistió de nuevo, pero esta vez con un detalle sutil, dulce, con la precisión que solo da el tiempo y la categoría. Entregó a Feiver el doblete y un manojo de emoción a una tribuna necesitada, ávida de ídolos. 3-0 al cierre de un buen primer tiempo que pudo ser perfecto si Ferreira marca su primer gol con el rojo. Pasó muy cerca. Los jugadores se retiraban al camerino y de fondo la tribuna oriental reventada en rojos fantásticos ondeaba sus banderas como en semifinal de libertadores. Qué linda postal. Ojalá algún lente la haya tomado.
El partido tomaba ritmo de tunda. El rojo siguió comprometido con el juego, no bajó los brazos y a pesar de algunas lagunas, insistió y no dejó de buscar el arco rival. Ferreira, de nuevo, dejó en un pase soberbio la imagen de su categoría. Rivelino lo extendió y Feiver firmó un triplete impensado.
A esa hora, todo era fiesta. Por noventa minutos olvidamos que estamos vegetando en la B, que al frente no está Millos, Nacional o el vecino y que a esta historia le sobran cinco años. La fiesta pudo ser perfecta si Ferreira marca su primer gol con el rojo después de una sucesión de toques precisos; pegó en el palo. Hoy estuvo cerca. Sin embargo, esta noche hermosa tenía preparada para el gaznate de nosotros los americanos un grito más: Anibal, presumiendo de Francescoli, tiró un caño, caminó, respiró, aceleró, y cabeza abajo lanzó un centró pasado que Yesus recibió y devolvió a la red, para lanzar al unísono al cielo sereno de Palmira en un coro infernal, quizás el grito más bello que existe: ¡GOL HIJUEPUTA!
Orsomarso descontó. La gente cantó y Bejarano atajó una imposible.
Fin del partido.
Saludos y gracias por leer estas líneas.
MAURICIO BERMÚDEZ / @MBER226