UNA LIGERA MEJORÍA. . .
AMÉRICA 2 -- TIGRES 1
LIGERA MEJORÍA. . .
"Amar esta camiseta es el acto más puro que existe"
Este, nuestro fútbol de equipos gitanos, tutelas en desacato y dirigentes presos, trajo a San Fernando por primera vez (y ojalá última) a Tigres, otro equipo parido con ligereza sobre las sabanas membreteadas del extinto Expreso Rojo. Hay que salir de este hueco. Hay que salir de la B. Sería aún más denigrante tener que enfrentar a los Linces de Viotá o los Tigrillos de Silvania. ¡NO MÁS B!
No, ¿Qué fue eso? Entre Subero y Dairín le marcaron un golazo al rojo. Tenemos que ir a Buga y pedir una misa para sacar ese entierro que debe haber por ahí cerca del punto penal. Ese autogol es un acto de nigromancia. No hay otra explicación. El rojo intentó retomar esa alegría que lo acompañó al inicio del juego. Trazó un paréntesis al infortunado autogol y buscó por derecha empatar un juego que a esa hora se antojaba entretenido.
Ferreira, como un reflejo de la semana anterior, pidió el balón y entregó juego exterior al equipo.
Pronto el empate llegó: Ayron, lejos del calor, lanzó un centro que Subero, lejos de la raya, impactó con una pirueta, como intentando evocar a Cabañas en su cumpleaños (Gracias por tanto Roberto)(1). El balón pegó en el palo y de cara a la red Farías entonó con su cabeza un sutil acorde de goleador para entonar el empate. El equipo sintió el gol, desde atrás Ayala y Amilkar estimularon el toque corto y por derecha Subero se esforzó para enmendar su aporte al autogol. A pesar de las buenas intenciones, el gol no llegó y el primer tiempo terminó sin emociones para contar.
Tigres buscó refugio desde temprano y el rojo se enredó. Las ideas empezaron a escasear, la intrascendencia de Joao se hizo relevante y Ferreira quedó aislado del equipo. Se complicó esta vuelta. El atronador ¡güeeeevos güeeeevos! se abrió paso veloz de la tribuna a la cancha donde las respuestas no aparecían. Tiro de esquina.
Murió Édgar Perea. Paz en la tumba de un grande del relato que dibujó en mi mente ese gol inolvidable del Pipa de Avila en Rosario, en 1992 y que cuatro años después llegó a Buenos Aires prometiendo que de ahí volaba a Tokio para narrar Juventus – América. Paz en su tumba.
Ferreira lanzó desde la esquina un balón que cuadro a cuadro se convertía en asistencia. En el área, Hérner tiró un desmarque de semifinal de mundial, se levantó hacia el frente, saltó e impactó el balón sacándose la bronca de dos expulsiones en línea y destrabando lo que parecía iba a ser una noche gris.
Imagen: Futbolred.com
La solemnidad del ¡güeeeevos güeeeevos! Entregó el testigo al enérgico ¡Hay que saltar, hay que saltar! Porque así sea un gol a ese equipo recién parido, no hay nada más refrescante para un corazón escarlata que un gol de América. 2-1 y veinte minutos por delante. El rojo amparado en una leve mejoría controló pero sin la sensación de juego resuelto. Joao despilfarró otra asistencia del gran David.
Los cambios aportaron muy poco a la victoria. Sobre el final, un balón descendía sobre nuestra área. Respira profundo. Hérner dejó su salto en el gol y solo pudo ver como el 9 de ellos sí saltó y bajó el balón que luego otro muchacho pateó. El palo sostuvo los tres puntos. Nos salvamos.
Ganamos sin la holgura del resultado y el juego pero con el reposo de sentir al menos una ligera mejoría. ¡Que venga Pereira de una vez!
Saludos y gracias por leer estas líneas.
MAURICIO BERMÚDEZ / @MBER226
(1)Roberto Cabañas. Pilar, Paraguay. Abril 11 1961. Jugó 106 partidos en América entre 1985 y 1987 y marcó 48 goles.