SUPERADOS Y SOMETIDOS

01.05.2017 09:20
27/04/2017

       AMÉRICA 0 - SANTAFE 1

SUPERADOS Y SOMETIDOS

La mirada perdida buscaba refugio en el espacio gris que dejaba el aire pesado casi imposible de respirar.  El corazón latía con ritmo de frustración y cualquier palabra que el alma herida quisiera decir la arrasaba el tono de desconsuelo.  Duele perder y aunque dos décadas nos hayan enseñado a lidiar con este sabor amargo; cada derrota hasta la noche de noviembre que estemos salvados será tan dolorosa como eso que no queremos recordar.  El de hoy fue un equipo vago, sin argumentos, superado y sometido, que naufragó en la inmensidad de una noche sofocante que finalmente terminó.

Sobre el minuto 86, cuando la tranquilidad de una victoria fácil para un brillante Santafé apenas era interrumpida por un busca pies de Mena y un manso tiro libre de Angulo, conté uno a uno los jugadores blancos y rojos buscando en esa banalidad la razón de tanta superioridad del rival o tan pronunciada inferioridad nuestra.  Por desgracia, eran once contra once.

La madeja perfecta e indescifrable que Costas preparó para América cobraba sus víctimas. Los jugadores impotentes no encontraban respuestas ni un compañero cerca para entregar el balón.  El profe Torres, asfixiado por el aliento desgarrador que bajaba de la tribuna enfurecida, lanzaba órdenes al aire, desorbitado.  Miraba al banco y encontraba en esa anemia de alternativas la razón de su condena.  ¡Quién carajos va a solucionar desde ese banco de suplentes! ¡A quién coños le tiramos la camiseta y le pedimos que resuelva! Dejémonos de joder con guerreros. Ellos, los guerreros, dámelos para sobrevivir con el salario mínimo de miseria en este país de corruptos. Pero para vestirlos de rojo con la investidura divina y hacer explotar de pasión a un pueblo; dame jugadores de fútbol, jugadores de verdad como alguna vez anunció Navia.  Esto no es con guerreros. Esto es con fútbol. ¡Con fútbol y güeeeeevos, carajo!

El segundo tiempo inició como un apéndice del primero: El rojo sumido en una incapacidad absoluta frente a un rival que se cansó de hacer las cosas bien. Los nuestros aletargados por la supremacía de su oponente parecían zombis en la cancha trotando de un lado al otro buscando quién sabe qué.  Los minutos pasaban lentos como prolongando la agonía cómplice de los palos y la mala definición del rival. ¡Movete, rojo, movete!

Borja se cansó de forcejear con su sombra. Silva tocó su primer balón al minuto 34 y el segundo al 38 en campo propio. Arboleda volvió a ser el jugador ocioso que llegó hace un año. Lucumí se perdió en el mar de sus gambetas huérfanas.  Ayala se quedó en la arenga de “vamos, vamos” del camerino.  Vélez mientras acomodaba su perfil recibía la embestida certera del rival. Angulo no encontró la raya lateral ni la final es su desborde.  Mosquera, absorto, veía como era superado por camisetas blancas mientras que Hérner y Castañeda tocaban el balón entre sí, levantando sus brazos a la altura de los hombros en señal de frustración antes de lanzar un pelotazo que iba a morir en los pies de algún jugador rival.  El rojo no se repuso del gol que fue, sin exagerar, un puntillazo al corazón.

Leybin Balanta, aquel cuyos centros de rojo iban a parar al lateral y que tantos madrazos merendó en esta cancha, lanzó un centro rollizo que nuestra defensa no interpretó.  Cayó preciso en la cabeza de un voraz volante de marca que cabeceó y mandó el balón al fondo del dolor. Gol de Santafé. 

Fin del partido

Saludos y gracias por leer estas líneas

MAURICIO BERMÚDEZ / @MBER226

#EscritoConElAlma

 



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