SIN EXPECTATIVA. . .
AMÉRICA 2 -- QUINDÌO 0
SIN EXPECTATIVA. . .
"¡Golazo! El 9 cumplía su cita habitual, está dulcecito. ¡Sáquelo nefasto!"
Volvió J.J López. Esta vez sin la obligación de ascender, ni la presunción de que su rostro fuese pintado en el mural de Cascajal como el gran héroe que algún día soñó ser. Simplemente volvió a la raya de donde fue exiliado, entre otras cosas, por la misteriosa tarde cordobesa y lo vacío que fue el equipo que dirigía en el segundo semestre de 2014. Al igual que cuando asumió por primera vez, hoy la expectativa por su desempeño era baja, casi nula.
Sin Tardelis, “baluarte” de su defensa en 2014, pero con Ramón Córdoba, el equipo que dirige temporalmente el profesor J.J, inició el juego como una continuación del pobre desempeño de las últimas semanas. Tardó en acercarse al arco rival, las emociones no fueron convocadas y la sensación de estar viendo una película repetida era palpable. Entonces, de la nada, de donde menos lo espera la defensa rival, Farías se revolcó en el área para cabecear un centro de Viáfara y marcar el primero. ¡Golazo! El 9 cumplía su cita habitual, está dulcecito. ¡Sáquelo nefasto!
Imagen: futbolred.com
El gol sirvió como expectorante y de momento expulsó los malos momentos recientes. Atacó, se tomó confianza y levemente inclinó la cancha hacia sur donde la barra esperaba por el segundo. ¡Peeenal! – No fue – No importa. ¡Peeeeenal! Que le pegue Ayron, que la vuelva a meter y se quite ese manto de sal que se le pegó durante su pasantía absurda en el banco y la raya. Pidió el balón, lo acomodó, escupió. Previo una carrera corta pateó y. . . Mesa, el nefasto, lo atajó. No es solo errar el penal ni aplazar por más tiempo el reencuentro con el gol, es que ese portero te ataje un penal. Quizás un golpe tan humillante como el bancazo que le dio Suárez. Hoy tampoco fue el día del reencuentro.
Los jóvenes de Hernando Ángel reaccionaron y en adelante, incluso parte del segundo tiempo, buscaron el partido ante la reacción desalentadora de un medio campo que acusaba cansancio. Ferreira y Joao poco ayudaban. El único lateral izquierdo de una nómina armada a los empujones, cayó lesionado. Adentro Dairín para armar la calamitosa pareja de centrales del cuadrangular pasado. ¡Qué miedo! Quindío logró una jugada de gol bien anulada por el juez. El rival estaba encima. El empate merodeaba. Néider ingresó y en un par de pases ilustró la calidad que forzará la renovación de su contrato. Sobre el final, con la adición a cuestas, de su pie derecho salió un globo hermoso, preciso, hacia el área donde Joao recibió como un percherón y sacudió abajo para sellar una victoria necesaria. ¡Golazo! Ganamos.
La última vez que la elección de un DT para el equipo causó gran expectativa, nos trajeron a Luis García. El revuelo de aquella vez, apenas comparable con el humero de estos días, fue una gran decepción. Que venga el que sea, pero ese que llegue, deberá exigir de primer nivel con ritmo de competencia, cuatro defensas, un volante de marca, uno de creación y un arquero. En este caso la expectativa no es el DT sino los jugadores. Si llega un DT grande, serio, con la palabra proyecto es sus venas y no uno oportunista con siete cuotas de la casa y tres del carro sin pagar; exigirá a una cúpula directiva (que al parecer cambiará) esos 6 jugadores. Así el ascenso será una consecuencia maravillosa y no el objetivo prostituido que hemos padecido hasta hoy. Sin expectativa, así es mejor.
Saludos y gracias por leer estas líneas.
MAURICIO BERMÚDEZ / @MBER226