PACIENCIA Y ALGO MÁS. . .
AMÉRICA 2 -- LEONES 0
PACIENCIA Y ALGO MÁS. . .
"El primer tiempo fue un salpicón de razones para terminar ganándolo"
¡Qué categoría de mierda esta! La reflexión visceral que brota al ver el mismo cuadro fecha tras fecha en el Pascual: nueve rivales detrás de la línea del balón. Qué jartera, otro equipo mezquino que se para atrás a esperar el final del partido o tal vez un error de su rival. Qué vaina, qué categoría de mierda esta.
La paciencia que se ha vuelto requisito del gol para el América de estos días, de nuevo lució radiante en el rojo de la camiseta. El equipo tocó, a veces exageró. El equipo insistió, propuso, se desgastó en esa búsqueda incansable del espacio para tocar la red con el grito celestial. Farías lo tuvo y de forma extraña lo desperdició. Martínez Borja trituraba a sus marcadores, el arquero rival fue figura, Leones no existía y el gol danzaba coqueto por los lados de norte. El primer tiempo fue un salpicón de razones para terminar ganándolo, pero el mensaje que el fútbol nos tiraba con señales horizontales era que había que tener paciencia en demasía. Más paciencia.
¡Cambios! Saque a este y meta a aquel. Baje a aquel y suba al otro. ¿Para qué defender con cuatro frente a un rival que lo hace con diez? ¡Güeeeeevos! La paciencia que hasta ese momento brillaba en la cancha se opacaba fuera de ella.
El rojo se estancó en el juego. A pesar de seguir forjando el resultado, el tiempo y el fútbol empezaban a escasear. Ya con 60 minutos sobre la nuca, el profe Torres movió el equipo. Álvarez relevó a Ferreira y aunque su aporte inicial no fue determinante, minutos más tarde encontró sobre el punto penal un balón que flotaba esperando por el empeine de su pie izquierdo. Lo impactó con la fuerza que da la paciencia propia, dobló la firmeza del arquero y estalló la red en un grito poderoso: ¡GOOOL! Si, ya era justo. La respiración cambió el ritmo, el rojo de la noche se hizo más intenso y la paciencia sonreía vanidosa a los que aun saltaban delirando con el gol.
El rojo siguió, ahora tenía el sartén por el mango. Aprovechó una reacción trivial de su rival y lo apretó. Lucumí con algunos segundos en cancha recuperó un balón, avanzó, levantó la cabeza y vio un bloque de ébano que le marcaba una diagonal perfecta. Lanzó hacia la camiseta 19 un pase repleto de exactitud que recibió el negro hermoso que metió desde los himnos y corrió todo el partido con el espíritu amateur de Galilea. Cruzó de izquierda a la red produciendo el segundo clamor de la noche que nunca dejó de ser nuestra. Un golazo que fue el merecido premio para los mejores de la noche: Martínez Borja y la hinchada. ¡Es para vos América de mi vida!
El partido terminó, el equipo fue pragmático, descifró sostenido por el andamio de la paciencia una mano complicada. Lo de esta noche empezó con paciencia y terminó con convicción, como debe ser, como será en adelante hasta la noche en que nos quitemos este lastre de encima. ¡Es para vos América de mi vida!
Saludos y gracias por leer estas líneas.
MAURICIO BERMÚDEZ / @MBER226