NUEVE AÑOS ATRÁS...

21/12/2008

NUEVE AÑOS ATRÁS...

"...Por esta camiseta se deja la vida..." Adrián Berbia

Fue un partido jodido. Una final sabrosa. El gol de Adriancho entregó un poco de tranquilidad, sin embargo el partido estaba muy bravo. Fue una fiesta. Desde temprano las calles se pintaron de un rojo penetrante que no dejó rincón de la ciudad sin aroma a campeón. El Pascual entero conjugó todo su sentimiento para recibir al equipo que sufrió durante un año toda clase de angustias y premuras pero que jamás decayó, porque ningún guerrero sucumbe ante la búsqueda de la gloria. Y caminando, mientras se acercaban a la mitad de la cancha y la excitación en la tribuna crecía, ellos, los que ahora recordamos con nostalgia y añoramos con dolor se convencían del título, de la estrella 13, de una página gloriosa.

No paré de saltar, no paré de cantar las melodías que salían de la popular. ¡Ayyyyy dice mi corazón que vamos a ganar, que vamos a dar la vuelta una vez más!  Y en verdad eso me decía mi corazón. A mi lado, una señora morena, entrada en carnes, con los cachetes pintados con el número 13, de esas que saben lo que es un error de Barbat me apretaba el brazo cada que el balón surcaba el área de Berbia ¡VAMOS MECHA! gritaba al terminar cada jugada. El partido seguía 1-1, estaba jodido. La tribuna no paraba de alentar.

De repente como una exhalación Umaña dejó su sitio como nunca antes, llegó a la línea y grito a sus jugadores que dejaran de ser huevones, que fueran al frente, que se cogieran el bulto y sintieran donde estaban jugando, que había que ganar como fuera, costara lo que costara. El equipo reaccionó, Vélez desbordó y lanzó las últimas puntadas de la estrella 13. Salté encima de un señor que se aferraba a su radio, abracé a un niño que esa tarde estrenaba camiseta, el ruido era ensordecedor y la alegría incontenible; voy a ser campeón de nuevo.

La tarde partió dejando la celebración a la noche clara y apacible. Las emociones eran muy fuertes. Por un instante estuve tendido en el suelo tratando de normalizar mi respiración, mi corazón latía al ritmo de la tribuna. Quedaban unos segundos. Estaba siendo testigo de algo mágico porque la magia y el amor juntos sí existen y solo los que tienen cosida esta camiseta al alma pueden entender. Me levanté tan rápido como el equipo lo hizo en diciembre de 1999, el rojo contragolpeaba, corrí al frente hasta la malla testigo de tanta pasión, hice parte de ese contragolpe y cayéndome como Jaime, cante con los restos ese gol. ¡Campeón!

Al cielo llegaban puntos de colores y estruendos repletos de pasión. Abracé mi pasión y la de los compañeros de tribuna. Me aferré con cada uno de mis dedos a la vieja malla y con mi rodillas al piso, incliné mi cabeza para este momento íntimo. Solo esperaba que pasaran al frente del sitio que no dejé para gritarles gracias por todo, gracias por este título, gracias por inundar mi alma de orgullo, gracias por aguantar, gracias por vencer la adversidad, gracias por honrar esa camiseta, gracias por hacer brotar estas lágrimas dulces (...)

Hoy amanecí como esa noche que nunca terminó. Nueve años atrás ni siquiera me imaginaba lo que vendría un par de años después. Hoy amanecí cantando canciones del rojo, golpeando la mesa de noche como si fuera un bombo.  Hoy amanecí con los recuerdos intactos de esa noche fascinante y a pesar del pasado reciente y el presente incierto, en mi mente y alma está inmaculado cada segundo de aquel domingo 21 de diciembre feliz tan feliz.

Saludos y gracias por leer estas líneas.

MAURICIO BERMÚDEZ / @MBER226

#EscritoConElAlma