LOS POBRES, NO ROTAN.

06.03.2017 07:38

 ALIANZA PETROLERA 3 -- AMÉRICA 3

LOS POBRES, NO ROTAN.

El morbo que suponía enfrentar a Alianza frotando en la piel, con orgullo, la primera cicatriz de un lustro de soledad, quedó atrás cuando el balón inició su marcha en Barrancabermeja y de inmediato buscó a los de rojo.  Diez minutos de buen trato de balón, movilidad y deseo de buscar el partido, tan buenos que los cuatro cambios que el entrenador realizó, con aroma a rotación, no se sintieron. 

Mosquera, que tiene esa terrible cualidad de hacerlo todo bien, fue el bastión de un medio campo soberbio. Mena y Hérner con sendos cabezazos nos advirtieron que el gol estaba calientico, que no tardaría la primera emoción.   Y fue así, esperándolo pero de repente, como un rechazo de Palacios en defensa, le entregó a Mena los regalos que un delantero desea; el balón y la red al frente… Dudó, frenó, ¿Acaso era real? El defensa llegó al cierre, pero Mena, ese delantero escuálido e inesperado salido del sobaco del profe Torres, castigó abajó marcando el primer gol de una noche que iba a ser roja. El morocho no lo creía, apenas el abrazo cariñoso  de Martínez Borja lo hizo entender el instante.  ¡Vaaamos!

Alianza empató, a dos del final, en una jugada de esas que dan piedra y cólera. Tres le ganaron a cuatro en el lateral y uno solo en el área superó a otros cuatro. Gol.

El equipo bajó su producción  y aquellos que no eran titulares empezaron a sentir el rigor de su pobre juego y del partido mismo. Ah, y para completar, Cortés tiró la gran Tardelis, cayó, perdió el balón y un segundo después, gol del Alianza.  Por fortuna y la gracia de este fútbol que tanto amamos, unos minutos después del infortunio, el mismo Cortés fue al área rival y con un cabezazo fiero, puto, dejó empatado otra vez este asunto que se volvía partidazo.  Pero después, fruto del cansancio, creo, los volantes de marca no protegieron un doble rebote y un tal Lizarazo puso la lápida a una noche que al parecer no iba a ser roja como creíamos.

El profe Torres reaccionó. Se sacudió y mandó a la cancha todo lo que debió poner de arranque para devolverle el rojo a la noche que se tornaba rubia. – Más vale tarde que nunca – En la cancha se sintió el envión futbolístico que tocó de primera con la vergüenza deportiva de algunos para estremecer al rival y asediarlo hasta empatar.  En el mojón del área, Lucumí y Angulo, que deben jugar siempre, desde el inicio y hasta que se revienten, se juntaron como lo hacen los rebeldes en el barrio, y juntos desafiando el malecón del puerto, llegaron  hasta el mismo rostro del portero que sucumbió ante el remate de Angulo que fue a la red. ¡Golazo! Profe, no inventes por favor, tenemos que ganar muchos partidos, sumar y sumar puntos hasta que el presidente de Valledupar y otros demonios dejen de halarnos las patas en las noches.  Profe, los jugones tienen que jugar siempre. 

Antes de dormir, aún con ese sabor amargo de un partido que se pudo ganar, busco en el infinito cielo oscuro de una noche que al final no fue roja, los dos puntos que perdimos, y entre estrellas y destellos de luz, apenas veo una tribuna excitada saltando y gritando ¡Ya nos vamo’ a ver! ¡Ya nos vamo’ a ver! ¡Ya nos vamo’ a ver! Qué lindo es el fútbol. Viene el domingo y que jueguen los que tienen que jugar profe Torres, porque; los pobres no rotan.

Saludos y gracias por leer estas líneas

MAURICIO BERMÚDEZ / @MBER226

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