LA NOCHE SE APAGÓ. . .
AMÉRICA 1 -- PEREIRA 1
LA NOCHE SE APAGÓ. . .
"quedó solo en el área, silenció la fiesta y apagó la noche"
La noche remojada acariciaba las estrellas con la melodía de carnaval en San Fernando. La gente empapada de pasión buscaba espacio entre la multitud que rodeaba el pedazo de cielo donde juega América, mientras el bombo anunciaba la llegada del rojo y un pincelazo de humo escarlata surcaba el cielo disfrazado de una noche que quería alentar. América estaba en la cancha y en la tribuna, su gente, nuestra gente, 35 mil insaciables almas. ¡Vamos América!
De entrada, el rojo asumiendo el compromiso tácito con la hinchada le tiró el cuerpo encima a su rival; le quitaba rápido el balón provocando delirio colectivo con cada duelo ganado, lo quería asfixiar. El área contraria y el medio campo eran rojos, así como cada rincón de la cancha que aguardaba por el anhelado gol que Angulo tuvo de frente, y fiel a su estilo, lo perdió. La intensidad mermó con el paso de los minutos, al equipo le sobró una pizca de vértigo que debió cambiar por precisión en la zona caliente. El gol no llegó y el primer tiempo agonizaba mirando temeroso un centro al área que la defensa, por fortuna, atendió sin contratiempos.
El rojo salió dispuesto y ante una sucesión de toques elásticos encontró la olla con monedas de oro: Martínez sacó de su pie izquierdo un centro que se vistió de latigazo, y cuando parecía que iba a caer, escaló un tramo invisible hasta estremecer el palo. Luego, mágicamente, rayó el césped para caer rendido en el pecho de Martínez Borja que de un solo paso lo acompañó a la red. El grito ensordecedor, sacudió hasta la desidia con la que trataron el objetivo durante todo este tiempo. Gool goool trovaba el narrador, gool gritaba el abuelo y goool retumbaba la cancha que se quería venir abajo.
El gol y la inmediata expulsión de Brayan Angulo desatascaron al Pereira que plantó cara y jaqueó al equipo que buscó refugio muy pronto y sufrió 20 eternos minutos. El juez compensó, dejó al rival con 10 y la puntilla era cuestión de contar algunas rayitas en el reloj. Lucumí y Borja duplicaron esfuerzos y por poco, casi nada, sellan la noche.
Concentración, ojos abiertos, marcas tomadas, cuchillo entre los dientes. Era menester marcar hasta la sombra de los jugadores rivales en esos últimos minutos. Íbamos a ganar. – Ganamos—. Pero como una desdicha crónica, de esas paridas en un saque de banda, antes que la noche cambiara su azul Berlín por uno brillante lleno de ribetes rojos y bengalas al aire, un jugador rival, el mejor de ellos, quedó solo en el área, silenció la fiesta y apagó la noche.
Otros dos puntos que se van en el último instante. ¡Hijueputa!
Saludos y gracias por leer estas líneas.
MAURICIO BERMÚDEZ / @MBER226