LA NOCHE DEL ASCENSO. . .

15.02.2016 12:56

Noviembre 26 / 2015

            AMÉRICA 3 -- CARTAGENA 1

LA NOCHE DEL ASCENSO. . .

                            "Sos de la B me gritan, sos de la B me cantan; como si no lo supiera"

La he imaginado muchas veces y otras tantas prefigurado en mi mente.  Incluso una noche en un micro sueño la vi, la sentí.  Era hoy, el calendario así lo indicaba, el corazón tenía la fiesta armada. Pero el rojo se arrug}ó como se arrugó en años pasados en la misma instancia.  El lunes se consumó el quinto año.  Evoqué con nostalgia una tarde dominical con el tren Valencia y Julián Téllez anotando sendos goles, mientras añoraba que en defensa estuvieran Carlitos Asprilla, Wilmer Ortegón, la Guama y Maziri

"Jugadooooooooores la puta de su maaaaaadre a ver si ponen güeeeevos no le ganan a naaaaaaaadie"

Ante un canto que se hace familiar en esta época triste para el americano de a pie, del pueblo; el partido inició su andar.  La esperanza que siembran los números hacia latir diferente el corazón de algunos, para otros, los que entendimos el lunes como la sentencia; el juego no revestía ilusión alguna.  Seguíamos el partido por la terquedad única e irresistible de ser americano y porque el corazón travieso aún no entendía por qué esta noche no era la nuestra, por qué no había pólvora, guaro, fiesta.  La noche del ascenso.

El rojo inició bien. Hasta se veía cómodo en la cancha tocando el balón y mimando el gol que pronto llegaría. ¡Ya pa’ qué! Viáfara llegó al fondo y lanzó un pase atrás que Yesus acomodó en la red contraria. Gol. A secas, así como lo escribo lo canté, gol. Hombre, es que el ascenso estaba en casa,  la gloria estaba en San Fernando. No estaría acá postrado escribiendo esto como un ser sin vida sino buscando inspiración en las calles de Cali detrás del bus del rojo, deshaciendo estos pasos malolientes de la B.  Estaría envuelto en la magia de la noche del ascenso que no paro de buscar en cada puesta del sol.   Fin del primer tiempo.

Cartagena atacó nuestra muralla defensiva llena de ladrillos sueltos y la quebró con facilidad.  Seis atajadas consecutivas de Bejarano, todas similares, eran el preludio del empate. Hombre, somos muy verracos para ascender con esa defensa que tenemos.  Cartagena no marcó el gol y Aníbal, el que creí que sería la figura de la noche del ascenso, quien marcaría el gol del éxtasis y saltaría sin camiseta a la tribuna, anotó el segundo que no fue el que soñé, solo fue un gol parco, baboso y desabrido que también cante con letras minúsculas.

Por morbo viajé a Bucaramanga: expulsión del visitante y una serie de tiros libres cuyo desenlace fue lo inevitable.  Gol de Bucaramanga.  Regresé para digerir los últimos minutos. Cartagena descontó y Ayron marcó el tercero sellando una tarjeta llena de goles que por desgracia no sirvieron para nada. 

Con pesar tuve que ver que la noche del ascenso se iba a vivir en otra ciudad.  Esa noche extraviada en el firmamento de la mediocridad al que estamos sometidos. Mi noche del ascenso, ahora prostituida, es una infinita oscuridad que terminó como terminan las campañas del rojo de mi corazón: aplausos para uno o dos, madrazos para el resto, un polígono de culpas y un coro desdeñoso que ondulado baja de la tribuna.

¡Qué dolor tan hijueputa! La vida sigue, mañana hay que madrugar a trabajar y pagar el recibo del gas.

Saludos y gracias por leer estas líneas.

MAURICIO BERMÚDEZ --- @MBER226

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