ENTRE FÚTBOL Y GÜEEEEVOS. . .

23.08.2016 08:12
15/08/2016

AMÉRICA 4 -- BOGOTÁ 2 

 

ENTRE FÚTBOL Y GÜEEEEVOS. . .

" ¡Vamos! El equipo siguió bajo el ritmo infernal del fútbol y los güeeeevos"

América deambuló por el espeso jardín de San Fernando que en quince minutos reflejaba la ira de una hinchada que no entiende por qué se juega tan mal. El equipo fue cándido y predecible, erró los caminos, abusó del toque intrascendente. Brilló por la desidia y desprecio al fútbol que en los primeros tiempos se ha vuelto tabú.  En fin, otro primer tiempo que se va de un solo madrazo al pesado cajón del olvido, que hubo necesidad de abrir de nuevo porque amaneciendo la segunda parte, como un calco de goles anteriores, en el área uno de rojo perdió la marca y Fuentes no alcanzó.  0-2 y una lluvia inclemente de reproches.

El equipo cambió en el descanso, no era el mismo.   Se enfundó el gabán de la responsabilidad y con un vértigo paciente empezó a desmoronar la resistencia de su oponente. Algún mitológico aro de fuego se engarzó en el helado pecho de Ávarez y lo convirtió en el eje temporal de ese intangible del fútbol conocido como güeeeevos. Luego, poseído, o tal vez convencido, luchó un balón que cuadro a cuadro atendió con esmero hasta llevarlo a la red. Golazo, golazo, golazo.   

El profe Torres como un tahúr que conserva paciente en su mazo la carta definitiva,  envió en ráfaga a Lucumí que fue una desgracia para el rival y Arboleda que se ubicó de media cancha hacia atrás como lanzador.  El fútbol fue una exhalación, el rojo llegaba con peligro, recuperaba rápido el balón en campo rival y lo sometía  como un grande lo hace con un chico. Los güeeeevos no solo estaban en las tribunas disfrazadas de popular, sino que esta vez florecieron en la cancha que quedó regada con litros fantásticos de sudor brotados del cuero de los nuestros. 

Arboleda, a borde de área lanzó un balón exacto que subió superando la barrera y súbitamente como una montaña rusa, cayó de forma divina enrollándose en la red. Golazo, golazo, golazo. ¡Vamos! ¡Vamos! El equipo siguió bajo el ritmo infernal del fútbol y losgüeeeevos.  Arboleda, a riesgo, con los ojos en el arco rival y los pies en el balón, lanzó un almíbar a Mercado que definió con exactitud poniendo las cosas en orden. Golazo, golazo, golazo. Había que saltar y gritar que vale la pena ilusionarse y cantar que volveremos a primera y volveremos a ser campeones.   El fragor insaciable de una noche llena de emociones no dio tregua.  Borja y el minuto noventa estrecharon la mano en la mitad de la cancha e iniciaron una carrera delirante llena de gambetas, carisma y pasión a la red.  Sacó a uno y luego dos rivales cayeron como palitroques a su paso, tres más quedaron atónitos al ver la onda azabache que se aproximaba mientras que los otros apenas podían respirar y el arquero se desmayaba al sentir ese aroma azufrado de gol perforando su puerta. Golazo, golazo, golazo, golazo por dios.

Ganamos y no importa nada más. Ganamos conjugando en la cancha el poder de la comunión mágica entre el fútbol y los güeeeevos.

Ganamos y que la cuenten como quieran.

Saludos y gracias por leer estas líneas.

 

MAURICIO BERMÚDEZ / @MBER226

 

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