EL TECLA Y EL BURRO. . .
AMÉRICA 2 -- LLANEROS 2
EL TECLA Y EL BURRO. . .
"Amar esta camiseta es el acto más puro que existe"
Los 23 mil que llegaron se levantaron eufóricos a gritar el gol que el palo negó. De inmediato, mortificados, debieron sentarse al recibir uno infame. Un gol de esos que frustran, de esos que no le pueden hacer a un equipo con algún tipo de aspiración. ¡Qué gol tan marica!
El rojo andaba sin herraduras sobre caminos fangosos. Peloteó y centró más de lo que tocó y gambeteó. A pesar de crear un par de opciones, el equipo se veía arrasado por una corriente invisible que lo alejaba del fútbol, de ese detalle que anhelamos cada vez que vamos a verlo. La defensa como ha sido costumbre durante esta condena, fue un muladar. En el medio campo Tapiero ni se vio ni hizo estorbo, y Amilkar, confundido, entregó tan mal como recuperó. Así las cosas, quedamos en manos de la cabeza y los pies de los que siempre cumplen: Farías recibió con el ombligo un centro de Viáfara y le rompió el arco al rival. Gol. Gol que se gritaba en medio de abrazos y un tamborín que marcaba el paso de un sonoro ¡TECLA TECLA !, ¡TECLA TECLA!, ¡TECLA TECLA!
Imagen: elpais.com.co
El segundo tiempo inició subrayando el desatino del entrenador que no replanteó y por el contrario, enredo aún más la madeja espesa del medio campo. El rival se encontró un penal al que Bejarano se lanzó como Restrepo en la tanda del descenso. Otra vez cuesta arriba. Perdiendo, con el agua al cuello, con la necesidad de empatar, de ganar, de marcar goles; Suárez, decidió sacar del juego a Ayron. ¡Por dios! Un hombre de fútbol debe saber que el goleador no se toca. – BURRO – lo llamaron. – BURRO – gritó la tribuna fogosa.
Hérner expulsado. Los jugadores de Llaneros se tendían en el césped quemando el tiempo que pasaba como una guillotina sobre el burro que luego salió expulsado. El ambiente de fiesta se caldeó. Un equipo como Llaneros manejaba el tiempo, el juego y las emociones de un partido que América iba a perder. Increíble. Cada vez que sufro un partido de estos es inevitable plantear, porque así lo siento, que esa historia abundante, rica, exuberante, ha sido amputada como resultado inevitable de una gangrena de mediocridad que se la tragó entera.
Ya con una derrota pegada en este álbum de vergüenzas, Viáfara lanzó tan mal como pudo un centro que recibió lejos del arco Angulo, y de allí, de primera, templó a la zona imaginaria del goleador, donde la recibió certero para marcar el segundo gol. El empate que evitó una desgracia mayor. ¡TECLA TECLA ! ¡TECLA TECLA! ¡TECLA TECLA! Satisfecho pero lleno de rabia, caliente como escribo esta parrafada, dejó la cancha donde se vació por completo. Fin del partido.
Usted Alberto Suárez, tuvo la oportunidad que un retablo con su foto fuera puesto en la misma pared donde reposa como en el Olimpo la imagen de Ochoa, Maturana, García, De la Pava y Umaña; y la desperdició. Creíamos en usted, pusimos sobre su rostro indescifrable, todas las fichas de la ilusión, y falló. El crédito se le está agotando profe Suárez. En solo unos meses pasó de un “Profe, en vos confiamos” a un unísono ¡BURRO! ¡BURRO! ¡BURRO! ¡BURRO! ¡BURRO!
Las ironías de la vida y el fútbol. Con sus goles el Tecla le dio una semana más de pasto fresco y zanahorias arrugadas al burro que al principio lo despreció.
Saludos y gracias por leer estas líneas.
MAURICIO BERMÚDEZ / @MBER226