EL PRÓXIMO DOMINGO...

12.02.2017 09:17

POPAYÁN 1 -- AMÉRICA 1

 

EL PRÓXIMO DOMINGO...

De entrada, antes del minuto, como si estuviera escrito, Quindío marcó el primero de una tarde que pintaba perfecta, y que de ahí en adelante fue una más de esta travesía que a veces parece no tener fin.  El rojo, ajeno a aquello, inició el juego y de inmediato gestionó el balón.  Marcar un gol era imperativo para sentir en el azar del viento la coqueta primera división. Sin embargo, el camino a la red no era claro, hubo muchos intermediarios entre el gol y la realidad.  Una falta que raspó el borde del área se transformó en ilusión cuando Juan Camilo Angulo, tomó el balón, lo enterró, dejó la válvula hacia arriba, como alguna vez le enseñó Jersson, y en un suspiró lo acarició arrojándolo a la red. . . ¡GOOOOL! El balón quedó colgado del ángulo y la tribuna se quería partir en dos. ¡Hay que saltar, hay que saltar!

El segundo gol de Quindío y el casi simultáneo empate de Popayán, que prefiero no reseñar, pusieron la sordina al fútbol del rojo que sintió el golpe. Lo llevó a perderse en el espeso pasto a medio abonar, donde, entre lechugas crespas y malas entregas encontraron el final de un primer tiempo lleno de sensaciones a medio hervir.  Esto se va hasta el domingo.

Había que ganar. Paradójicamente perder o empatar esta tarde era lo mismo. Pero los jugadores y el entrenador parecían no entenderlo. Los caminos elegidos siempre llevaron a una calle ciega que era la zaga de Popayán, que a propósito, se defendía como si ese punto fuera el voucher para reclamar la ancheta navideña que su altruista patrón les obsequiará.  El profesor Torres excluyó a Mosquera y envió a la cancha a Álvarez con su hielera a cuestas y Mercado en lugar de Martínez Borja que se cansó de pivotear sin rumbo. Luego Arboleda por Brayan Angulo.  No pasó nada con  los cambios, pelotazos, centros insulsos.  América intentó el gol a las cagandas, irrespetando el estilo y cargando de nerviosismo el morral lleno de desahogo, guaro y harina que la hinchada llevó a Popayán para traer el ascenso. Nos salvamos. Bejarano atajó y prolongó la micro agonía de esta tarde brusca.

Esto se fue para el domingo. Fin del partido.

Un cierto tufo a frustración cubrió la cancha. La culpa es nuestra por ilusionarnos, es cierto, pero había una posibilidad y era nuestro deber luchar desde la esperanza por ella. Era utópico pensar en la vuelta hoy en Popayán, inundar la vía a Cali en una caravana  brutal hasta el Pascual. Qué romántico habría sido ver entre persianas, vigilando como siempre, la amargura del vecino.  Qué ebrios estaríamos en este momento. Cuántos desconocidos habríamos abrazado a esta hora, y qué linda estaría la sucursal siendo observada al borde del llanto por el Cristo Rey y una luna hermosa a sus espaldas.  

Hay que esperar. Hay que ganar el domingo y punto. Porque parafraseando a Tulio Gómez; no hay plan ‘B’, solo hay plan ‘A’.        

Llevamos cinco años jactándonos de “La hinchada que tiene el rojo no la tiene nadie más” Nos llenamos la boca diciendo que somos la mejor hinchada del país y que ninguna otra resistiría lo que nosotros hemos aguantado.  Es hora de demostrárnoslo, el domingo el escenario será alentar llenos de convicción desde el amanecer hasta las cinco de la tarde, cuando por fin algún alma piadosa me mire a los ojos cristalizados y me diga que todo esto terminó.

Saludos y gracias por leer estas líneas

MAURICIO BERMÚDEZ / @MBER226

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