BELLEZA INESPERADA

09.06.2017 08:59

3/06/2017

       PASTO 0 -- AMÉRICA 1  

BELLEZA INESPERADA

La desesperación evidente rodeaba el corazón escarlata que se resistía a entender por qué el rojo se pasó más de 160 minutos viendo jugar a Pasto, entregar mal la pelota, cortar juego, alegar, esperar quién sabe qué.  Casi a merced de un rival que intentó pero siempre se estrelló contra un sillar imponente alzado con rigor y devoción por Castañeda y Hérner, fiero y hermoso.  No atacamos. No pateamos al arco. Era sentir que, aun abrazando la esperanza, el gol del rival no tardaría en aparecer.

Entonces, con las fuerzas al límite en la mitad de una noche oscura y fría como esas en que la desgracia espera su momento. Como un destello o un efluvio bendito, la belleza inesperada que solo se encuentra en algún romancero gitano, tocó el fútbol del rojo y cambió de tajo la agonía por poesía.

Minutos antes el banco de suplentes se sacudió por obligación y convicción.  Vásquez como lateral derecho, Hernández y Arboleda en cancha.  Y por allá, por derecha, casi tocando el área en una especie de conjuro celestial  dibujaron una figura perfecta. Vásquez profundo a Lucumí.  Lucumí a Arboleda. Arboleda a Vásquez. Vásquez a Arboleda. Arboleda a Vásquez…Con la cal del área a su espalda, en un lugar poco familiar para él, Vásquez alzó la cabeza y tocó el balón fuerte y preciso a la llegada de Hernández que con una  recóndita exactitud y potencia colgó el balón en la red rival produciendo un grito que fue éxtasis total. ¡Gooooool! ¡Goooooool!

La gente pletórica de orgullo saltaba con tal fuerza que estremeció los cimientos deteriorados de la cancha, la paz de una ciudad y desafiando al mismo Galeras. ¡Ay Bejarano de mi vida! Le tiró los dos guantes a un balón imposible provocando una explosión similar al gol. ¡Vamos! El rojo se montó en el juego.  La noche convertida en belleza inesperada no iba a dar tregua a la emoción. Hernández se inventó el segundo pero falló por muy poco.  Sentí que la clasificación rozó mi piel –  El cansancio dejó su lugar a los güeeeevos.  Los nuestros metieron y rasparon respondiendo al fervor de la tribuna exultante.  Hérner, al límite, con tarjeta amarilla desde el minuto 3 jamás sacó la pierna haciendo grande el brazalete que ahora porta.  Ayala por poco se desnuca.  El partido entraba en ese tramo santo en el cual las faltas duelen más. Torres envuelto en una bufanda negra no paraba de ordenar toque y concentración.

Sentí que la clasificación rozó mi piel –

Lucumí no liquidó. Mano a mano, sin más resistencia que un achique  falso de Mosquera falló el segundo.  Los balones llovían sobre la techumbre del área y nuestros impecables centrales rechazaban sin cuartel. Martínez Borja cubría el balón con sus nalgas de piedra y su espalda robusta. ¡Falta! 75 segundos a la alforja de la semifinal.   Castañeda al piso retorciéndose del dolor. 34 segundos más. Hernández sacudió con una gambeta larga a Cataño y cayó. 44 segundos a la bolsa.  Arboleda también falló la puntilla.  Tiro de esquina, última jugada. Los nuestros repartidos en el área con la mirada arisca y elocuente esperaban el centro. – Respira – No pasó nada.  Segundos más tarde el juez central que dejó de pitar un penal claro en el primer tiempo, anunció el final del partido que recibió un eco profundo y desgarrador de ¡Ganamos! ¡Ganamos! Gracias muchachos. Gracias América por otra alegría, por una bella jornada.

¡CLASIFICAMOS!  Un abrazo sincero me sorprendió.  Por más de una hora pensé que todo iba a terminar mal y que esta travesía llena de altibajos llegaría hoy a su fin. Pero, esto es América; sufrimiento,  amor, risa, llanto, dolor y  ahora, belleza inesperada que invita a seguir soñando con esa palabra que este año la sensatez me ha impedido escribir en estas líneas desbocadas.  Belleza inesperada es sentir el deseo incontrolable de mimar esa palabra aguda de tres vocales alejada de nuestro léxico por tanto tiempo que rima con presión, pasión y tesón.  Belleza inesperada es, de repente, cerrar los ojos, y sentir de la nada el aroma penetrante de una vuelta olímpica.  ¡Vamos América!

Saludos y gracias por leer estas líneas

MAURICIO BERMÚDEZ / @MBER226

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