¡NO PODÉS PERDER ASÍ!
CALI 2 -- AMÉRICA 1
¡NO PODÉS PERDER ASÍ!
El rojo se fue encima de su rival, que sorprendido, cayó en el error que supone una presión asfixiante. En la primera del juego el balón quedó libre para Mena, que como una mezcla macabra entre Cristian Lasso y Oswaldo Blanco, ignoró a su rival y desperdició la única posibilidad que tendría para sentir el cariño de una hinchada que no entiende por qué carajos juega en América y es titular. Hace un tiempo escribía en este espacio que seríamos muy verracos si lográbamos algo con defensores como Ramón Córdoba, Tardelis Peña o Dairín González. Hoy con un dolor similar y resistiendo a aceptar que repetimos errores del pasado, me susurro, para que nadie oiga, que es muy jodido pretender algo con refuerzos como Monsalvo, Mena, Silva.
La fascinación de un inicio electrizante que arrancaría el grito de gol de la garganta de una ciudad vestida de rojo, expectante, se diluyó cuando éste se perdió en la densidad del cañaduzal y el Cali recuperó el balón. Germán Mera ganó tres veces en pelota quieta dejando en evidencia ese karma de la última década. Bejarano fue inmenso, Lucumí, arrugó de nuevo en un partido importante y Brayan Angulo, el 10, como suele suceder, no apareció.
El juego se antojaba agradable. Era un clásico sabroso. El rojo forzado por la incapacidad escandalosa de sus hombres de ataque, perdió el libreto ofensivo y retrocedió aguantando el resultado, que a decir verdad, no era malo. Sin embargo cada pelota quieta era una condena, como un revolver en la sien o un trago de cianuro. El profesor Torres sacó a Mena y lanzó a Farías que en unos minutos hizo más que Mena en cuatro partidos. Cazó una pifia de Mera y tocó el balón a Lucumi que como una emanación, fusiló a Vargas recorriendo las huellas que dejó Artigas hace unos años. Golazo. ¡Es para vos, es para vos! ¡Es para vos!
A manejar esto pues.
Entonces, vino lo peor. Esa maldita pelota quieta que nos va a condenar a quién sabe qué otra desgracia. Tiro de esquina, cabezazo de Mera y en la raya esperando la ovación, Mosquera con los zapatos al revés forzó el empate. Y luego, ya en la adición, otro tiro de esquina, Duque le ganó a todos, Bejarano atajó, Aguilar al palo y Mosquera, preso de una modorra apenas comparable con la de Zapata que por poco sale a correr, dejó el balón ahí, ¡JUEPUTA, LO DEJARON AHÍ!, como si no les importara, como si un clásico fuera una recocha de esas que se juegan en la play. Dejaron el balón ahí, huérfano, y Benedetti marcó el segundo.
Al final el juego lo definió las jugadas de pelota quieta que llevaron al Cali al gol, y las pelotas quietas en la pantaloneta de algunos que parece pesarles la camiseta. América, directivos y entrenador: Hay que sacudirse y frentear esta vueltica, esto no es rotando ni arrugando, esto no es con Menas, Monsalvos, uruguayos pati amarillos, ni laterales inventados. Esto no es diciendo que nos equivocamos; esto es sumando puntos. Hombre, qué cagada perder así un clásico. No te pueden dar vuelta en 10 minutos, no te pueden hacer goles iguales, ¡NO PODÉS PERDER UN CLASICO ASÍ! No podés perder con tus pelotas quietas viendo cómo te marcan goles con cada pelota quieta que llega a tu área.
Saludos y gracias por leer estas líneas
MAURICIO BERMÚDEZ / @MBER226
#EscritoConElAlma